jueves, 25 de agosto de 2016

Las tejedoras de destinos

El título de Las tejedoras de destinos me llamó mucho la atención en su momento, así como la portada del primer libro, pero no me entró la curiosidad hasta que no lo encontré en la biblioteca. Lo malo es que yo pensaba que era un libro individual, y cuando llegué al final me quedé tan extrañada que miré en Internet por si acaso, y me encontré con que era una trilogía. Así que he tenido que ingeniármelas para conseguir leer los otros dos.

Esta trilogía está escrita por Gennifer Albin y publicada por Alfaguara, el primer libro en 2013, el segundo en 2014 y el tercero en 2015 (espero que ya estuvieran escritos y se publicase uno al año por motivos de edición, porque a mí eso de escribir un libro en menos de un año me supera). Tampoco son libros demasiado largos (unas 400 páginas por libro), así que se hace ameno. Según parece, la edición de los dos últimos es diferente a la del primero, lo que es un fastidio para la gente que, como yo, colecciona libros.

Como suele pasarme, la edición original me parece mucho más bonita, aunque esta vez sólo se diferencie en que la edición del primer libro coincide con la de los demás. Además, si nos fijamos en los títulos, son bastante más sugerentes y tienen más sentido con la historia: Crewel (que es un tipo de bordado), Altered (que podríamos traducir como Modificado) y Unraveled (que podríamos traducir como Desenredado). Una vez que conoces la historia, estos títulos cobran mucho sentido.

Bien, pasando a la historia, aquí está la sinopsis del primer libro:
«Inútil. Torpe. Las demás chicas lo susurran a sus espaldas durante las pruebas. Pero la joven Adelice Lewys tiene un secreto: sus errores son intencionados.
Dotada de una habilidad fuera de lo común para tejer el tiempo, Adelice sabe que ella es exactamente lo que la Corporación está buscando. Si es elegida tejedora, conseguirá privilegios, riqueza y belleza eterna, pero también será la responsable de bordar la esencia del mundo: sus nacimientos, su clima, su comida... y su muerte; un precio demasiado alto que la joven no está dispuesta a aceptar.
Sin embargo, los hilos del telar de Arras tienen bien atado su destino. Su rebeldía ha sido detectada. Una vez dentro del Coventri, no solo deberá aprender a manejar su don, sino también a decidir en quién confiar, a quién vigilar... y a quién amar».

Lo primero que tenemos que imaginar es que el mundo estuviera formado por hebras, algunas temporales y otras materiales, y que hay mujeres que son capaces de tejer estas hebras en un telar para que el mundo exista. Si una tejedora descuida su trabajo, las personas de este mundo dejarían de tener alimento y una vida tranquila, e incluso podría desaparecer el cielo. Planteándolo así, resulta muy extraño, pero una vez lo estás leyendo te parece de lo más natural pensar en el tejido que conforma el mundo y en las hebras. Al principio puede parecer una obra fantástica, pero poco a poco te vas dando cuenta de que es, como casi toda la literatura juvenil actual, distópica. El mundo en el que vive Adelice no es tan bonito como la Corporación que dirige Arras (así es como se llama el mundo) quiere hacer creer a sus ciudadanos, ciudadanos que, a cambio de una vida tranquila y una asignación de alimentos, tiene que obedecer leyes matrimoniales y de segregación, pedir permiso para tener hijos y, sobre todo, aguantar un gobierno absolutamente machista. Profesionalmente, las mujeres sólo pueden ser secretarias o profesoras, pero también pueden ser elegidas tejedoras si poseen el don. Eso conllevaría privilegios: vestidos, maquillaje, belleza..., pero también no volver a ver nunca a tu familia. Y Adelice, al contrario que muchas chicas de Arras, no desea estos privilegios.

La historia es muy interesante, y no sólo habla del amor y las decisiones de una adolescente, sino que también encontramos feminismo y crítica a la codicia humana. Pero tiene sus cosas malas: está narrada en primera persona (y muchos sabéis ya la manía que le tengo a la primera persona) y la protagonista me recuerda demasiado a Katniss, pues está obsesionada con proteger a su hermana, está envuelta en un triángulo amoroso y tiene una relación de odio, sarcasmo y necesidad con el que es, a efectos prácticos, el dictador de su mundo.

Tened cuidado con el tejido.

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